mis palabras se adelgazan
a veces como las huellas
de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio para tus manos
suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor
como las yedras…”
Pablo Neruda, poema 5.
“Ustedes me conocen, las palabras me desconocen”…
Es que se entregan en el momento injusto
cuando viene el cometa con resacas de ideas en su cola
menos elaboradas con un condimento tan abyecto
que logran a medias descubrir lo que voy sintiendo,
aquellas, son las ráfagas de consonantes que se desintegrarán
en la hora y día preciso, como estrellas fugaces.
No por eso, podrían reciclarse
hasta nuevas luces y centelleantes frutos de mi psique
que de vez en cuando asoman queriendo ser algo,
alguien, queriendo ser todos en uno,
uno en todas las letras, conjugando anhelos tan efímeros
como el ruido incandescente de sus melodías
disonantes y asonantes que llegan a mi.
Sé que alzo mis redes y quedan atrapadas
las menos exactas, enredándome y desvelándome
por lo que dije y no quise decir,
por lo que quería expresar y no pude,
por lo que quise entregarles y fue tan insuficiente.
Es que el oficio no me alcanza,
puede que tenga las mejores
intenciones pero todo queda en nada,
todo queda en el ruido parsimonioso de los minutos,
o en el rugir exacerbado de las llamas.
Todo depende de nada, depende de todo lo que explota
o se guarda con llaves en el momento,
que difícil tarea,
palabra que es cierto,
cuando esquivan los significantes
o limitan con otros
que aparecieron a raíz de las primeras letras
que quise conjugar.
No, no me explico,
si ni siquiera la palabra empeñada
en las palmas de las manos empuñadas
se salvan de ser empañadas por puñales
en la espalda,
Palabra de Hombre,
a ratos, un miedo desencadenante
por quedar en las ataduras del lenguaje
reflejado en una idea representada
en un chorro de palabras cotidianas
o cientos de ideas esparcidas
en una sola vocal gutural
Entonces, ¿Cómo las comprometo?
¿Cómo las encuentro en el valle de infinitos soles
que alumbran lo único que dije en ese último instante?
¿En ese febril instante?
Me callo, me retracto. En boca cerrada no entran moscas.
Se vuelven devenires insondables de vientos norteños
que arroja mi sangre.
Sé que en el momento son,
sé que luego, dejan de ser… no sé, no sé.
Me conocen, luego, me desconocen.
Palabras heredadas de la madre,
Palabras instruidas por el padre,
Palabras comentadas en las calles,
Palabras salivadas en la nada,
Palabras blasfemadas,
Palabras recicladas por infantes,
Palabras vomitadas en instantes.
¿Mal negocio?
Mal negocio
No sé…
Palabra que no sé,
Palabra, no se deja ver.
Es que se entregan en el momento injusto
cuando viene el cometa con resacas de ideas en su cola
menos elaboradas con un condimento tan abyecto
que logran a medias descubrir lo que voy sintiendo,
aquellas, son las ráfagas de consonantes que se desintegrarán
en la hora y día preciso, como estrellas fugaces.
No por eso, podrían reciclarse
hasta nuevas luces y centelleantes frutos de mi psique
que de vez en cuando asoman queriendo ser algo,
alguien, queriendo ser todos en uno,
uno en todas las letras, conjugando anhelos tan efímeros
como el ruido incandescente de sus melodías
disonantes y asonantes que llegan a mi.
Sé que alzo mis redes y quedan atrapadas
las menos exactas, enredándome y desvelándome
por lo que dije y no quise decir,
por lo que quería expresar y no pude,
por lo que quise entregarles y fue tan insuficiente.
Es que el oficio no me alcanza,
puede que tenga las mejores
intenciones pero todo queda en nada,
todo queda en el ruido parsimonioso de los minutos,
o en el rugir exacerbado de las llamas.
Todo depende de nada, depende de todo lo que explota
o se guarda con llaves en el momento,
que difícil tarea,
palabra que es cierto,
cuando esquivan los significantes
o limitan con otros
que aparecieron a raíz de las primeras letras
que quise conjugar.
No, no me explico,
si ni siquiera la palabra empeñada
en las palmas de las manos empuñadas
se salvan de ser empañadas por puñales
en la espalda,
Palabra de Hombre,
a ratos, un miedo desencadenante
por quedar en las ataduras del lenguaje
reflejado en una idea representada
en un chorro de palabras cotidianas
o cientos de ideas esparcidas
en una sola vocal gutural
Entonces, ¿Cómo las comprometo?
¿Cómo las encuentro en el valle de infinitos soles
que alumbran lo único que dije en ese último instante?
¿En ese febril instante?
Me callo, me retracto. En boca cerrada no entran moscas.
Se vuelven devenires insondables de vientos norteños
que arroja mi sangre.
Sé que en el momento son,
sé que luego, dejan de ser… no sé, no sé.
Me conocen, luego, me desconocen.
Palabras heredadas de la madre,
Palabras instruidas por el padre,
Palabras comentadas en las calles,
Palabras salivadas en la nada,
Palabras blasfemadas,
Palabras recicladas por infantes,
Palabras vomitadas en instantes.
¿Mal negocio?
Mal negocio
No sé…
Palabra que no sé,
Palabra, no se deja ver.