
La recordada caja del Psicólogo Norteamericano, Burrhus Frederic Skinner (20 de marzo de 1904 - 18 de agosto de 1990), donde condicionaba a los animales con distintas pruebas, tales como: apretar una pequeña palanca para obtener su comida. Luego, de las reiteradas experiencias que el animal adquiría, la conducta se volvía autónoma, lo que, según Skinner, tendría su equivalencia en la propia conducta humana, que se basa en repetir sólo las acciones que nos retribuyen en mayor o menor medida. A la vez, al estar sometidos a las conductas no voluntarias, el hombre no es capaz de ser un ente con autonomía propia. Para el conductismo, la mente no existe, sólo podemos registrar y observar los aspectos mecanizados y automatizados del ser humano.
Para demostrar sus hipótesis, Skinner se concentró en complejizar sus experimentos, con el fin de desterrar definitivamente el concepto de mente. De esta manera, los ratones, no solamente alcanzaban a reproducir conductas que tuvieran como refuerzo su propia comida; sino que también se acercaban, en cierto grado de similitud, al comportamiento humano. El trabajo era bastante estresante para los animalitos. Comenzaron a sufrir fatiga muscular y dolores neurálgicos, por lo que se ideó una solución intravenosa para favorecer el mejor desempeño de los pequeños colaboradores del investigador. Aquí se evidencia un salto cuantitativo en el desarrollo de los experimentos en el laboratorio de la Universidad de Harvard (1936). Se probó implementar otra palanca a un costado de la caja que expendía el medicamento, antes suministrado por Skinner; ahora en pequeñas grageas de color verde (como signo de bienestar) para que los propios roedores, se automedicaran en caso de sufrir las molestias antes mencionadas.
El avance fue revolucionario, y no por nada, hoy en día, Skinner es considerado como uno de los genios más trascendentes de los dos últimos milenios.
Existen registros de que en el caso de las hembras, apretaban un botoncito durante el ciclo menstrual, que les suministraba una toallita higiénica. Por otro lado, los machos, aprendían rápidamente a hacer zapping si se les ponía el control remoto dentro de la caja. El propio Skinner, en unos de sus más destacados libros: “La conducta de los organismos” (1938), relata que entre los programas favoritos por los roedores, estaban los canales triple xxx, los que contribuían a alcanzar altos niveles de reproducción dentro del laboratorio Skinneriano. Después de muchos años, varios ratones aprendieron a hablar diferentes idiomas, e interesarse en la literatura; además de expresar explícitamente, sus deseos de independizarse de su amo. En efecto, muchos años más tarde, los sorprendentes experimentos de Skinner, sirvieron de inspiración para crear la famosa serie de dibujos animados: “Pinky y Cerebro”, siendo éste último (y este dato NO es oficial), el retrato exacto de unos de los ratones que fueron condicionados por el afamado Psicólogo.
Finalmente, como punto de controversia a estos experimentos, no podemos dejar de mencionar, las pruebas que Skinner aplicó a su propia hija recién nacida. Ideando una caja, tipo cuna, con aire acondicionado, donde mantuvo durante dos años a su pequeña. Si bien, los indicadores demostraron que la bebé había alcanzado un estado de salud verdaderamente óptimo, muy por encima de la media de los infantes a esa edad, años más tarde, la hija ya adolescente, manifestó ciertos trastornos de conducta, que con el correr de los años, fueron a decantar en una lamentable y dramática psicosis. La hija, terminó con su vida, con un certero disparo en la sien.
Artículo publicado por la Internacional Association for Applied Psychology IAPP en VV.AA. (2006), EduPsykhé: Revista de psicología y psicopedagogía, Vol. 5, Nº. 2, (Ejemplar dedicado a: Últimos desarrollos de la Terapia de Conducta (ante la tercera generación), págs. 159-162. ISSN 1579-0207.
Para demostrar sus hipótesis, Skinner se concentró en complejizar sus experimentos, con el fin de desterrar definitivamente el concepto de mente. De esta manera, los ratones, no solamente alcanzaban a reproducir conductas que tuvieran como refuerzo su propia comida; sino que también se acercaban, en cierto grado de similitud, al comportamiento humano. El trabajo era bastante estresante para los animalitos. Comenzaron a sufrir fatiga muscular y dolores neurálgicos, por lo que se ideó una solución intravenosa para favorecer el mejor desempeño de los pequeños colaboradores del investigador. Aquí se evidencia un salto cuantitativo en el desarrollo de los experimentos en el laboratorio de la Universidad de Harvard (1936). Se probó implementar otra palanca a un costado de la caja que expendía el medicamento, antes suministrado por Skinner; ahora en pequeñas grageas de color verde (como signo de bienestar) para que los propios roedores, se automedicaran en caso de sufrir las molestias antes mencionadas.
El avance fue revolucionario, y no por nada, hoy en día, Skinner es considerado como uno de los genios más trascendentes de los dos últimos milenios.
Existen registros de que en el caso de las hembras, apretaban un botoncito durante el ciclo menstrual, que les suministraba una toallita higiénica. Por otro lado, los machos, aprendían rápidamente a hacer zapping si se les ponía el control remoto dentro de la caja. El propio Skinner, en unos de sus más destacados libros: “La conducta de los organismos” (1938), relata que entre los programas favoritos por los roedores, estaban los canales triple xxx, los que contribuían a alcanzar altos niveles de reproducción dentro del laboratorio Skinneriano. Después de muchos años, varios ratones aprendieron a hablar diferentes idiomas, e interesarse en la literatura; además de expresar explícitamente, sus deseos de independizarse de su amo. En efecto, muchos años más tarde, los sorprendentes experimentos de Skinner, sirvieron de inspiración para crear la famosa serie de dibujos animados: “Pinky y Cerebro”, siendo éste último (y este dato NO es oficial), el retrato exacto de unos de los ratones que fueron condicionados por el afamado Psicólogo.
Finalmente, como punto de controversia a estos experimentos, no podemos dejar de mencionar, las pruebas que Skinner aplicó a su propia hija recién nacida. Ideando una caja, tipo cuna, con aire acondicionado, donde mantuvo durante dos años a su pequeña. Si bien, los indicadores demostraron que la bebé había alcanzado un estado de salud verdaderamente óptimo, muy por encima de la media de los infantes a esa edad, años más tarde, la hija ya adolescente, manifestó ciertos trastornos de conducta, que con el correr de los años, fueron a decantar en una lamentable y dramática psicosis. La hija, terminó con su vida, con un certero disparo en la sien.
Artículo publicado por la Internacional Association for Applied Psychology IAPP en VV.AA. (2006), EduPsykhé: Revista de psicología y psicopedagogía, Vol. 5, Nº. 2, (Ejemplar dedicado a: Últimos desarrollos de la Terapia de Conducta (ante la tercera generación), págs. 159-162. ISSN 1579-0207.