17 mar 2008

EJERCICIO HOLÍSTICO.


Cáncer y más cáncer fui,
hubo un día una estrella que me dijo,
desde la salinidad de su nombre
y las seis puntas retorcidas
por el eco big ban-beano
alojado en la química perfecta
de un corazón desvariado,
alta la marea, que arrojó el polvo
en la misma tierra.
Que caíste al fondo de la olla de greda,
a fuego lento pero seguro del aserrín arrumbado,
por decenas de rompecabezas.

El año que imantaba las pelusas
revoloteando en el aire;
hijo del viento seco cubriendo las fiebres en la frente,
a paño mojado en el sebo de lo corriente.

Vuelvo a la atemporalidad de lo profético,
dijera cualquier día o uno de éstos,
para practicar la ascendencia y descendencia
de la carne, del hueso, o del seso;
por lo cíclico o kármico que viene:
el verano hacia el invierno,
el león hacia el pasto tierno,
del cordero hacia el alacrán rugiendo;
o simplemente,
de la espontánea inhalación que pretendemos,
hasta,
la fragilidad exhalada del soñado suspiro eterno.

Érase una vez,
decían todos los cuentos,
y ahora yo mismo releo los multiplicados érases
de un primero de Julio,
como reza el informe del tiempo,
nublado y por la tarde chubascos,
siempre chubascos…

Nótese que vine chubasco,
tarareando en el techo agujereado de nuestras casas.
¿Será por eso que la lluvia se las da de consejera?

No hay comentarios: