12 mar 2008

ESOS COCOS COLGANDO.

- Tengo los cocos muy grandes.
Dirá usted:
“Poco ortodoxa manera de empezar un poema.”

- Esto no es un POema,
es un PROblema, un hecho de la vida real,
más que versos sueltos,
son un drama de mi vida cotidiana.

- Tengo los cocos muy grandes, repito.
Dirá usted:
“¿Cuál es el problema?”

Respuesta:
Tengo los cocos extremadamente grandes;
entienda de una vez.

¿Qué tan grandes?, me pregunta ahora usted.

Respuesta:
Es una abominación de la naturaleza,
un castigo divino, una sucia jugarreta del destino.

Peludos y del porte de una sandía,
a nadie le gustaría,
tenerlos así.

Menos en estos días de calor…
¡Imagínense!
hace falta ventilarlos de vez en cuando,
o se van a pudrir…
ya me veo con esa leche agria.

¡Sí!, ¡Ríanse no más!...
ya los quisiera ver en mi lugar.

- Tengo los cocos muy grandes,
yo le llamo un problema de proporciones
el tamaño sí importa, señores.

¡Ya!... paren de reír,
No se burlen de la desgracia ajena!
Basta de comentarios mal intencionados!
Si esto en es serio!
Hasta cuando mierda hinchan las pelotas!

- Tengo los cocos muy grandes.
No puedo ni salir a la calle,
tengo miedo de que ocurra alguna desgracia,
el problema de la gravedad, no es menor.

- Tengo los cocos muy grandes, es todo un drama.
Si apenas se ve mi pobre palmera,
y eso que no me quejo de su longitud, no señor,
pero es innegable: se ven feos esos cocos colgando.

- Tengo los cocos muy grandes, lo digo ya con cierta amargura.
Quizás el problema, hay que cortarlo de raíz,
dejar la palmera pelada, hasta más higiénico podría resultar.

“Pero tú estás loco, cómo te le ocurre”, ya me comentaron.
Es que esta situación es insostenible,
a veces llego a pensar que en cualquier momento pueden estallar,
dejarían mi palmera, como un verdadero palo encebado.

La gente me dice:
“¿Cómo pudiste dejar que crecieran de esa manera?”
Me han tratado de irresponsable, injustamente,
es que ahora se trata de un problema psicológico,
les respondo.

No, es definitivo:
Hay que cortarlos, caparlos, castrarlos, raparlos,
lo que sea, pero ya no puedo seguir así.

Cualquier día de estos,
puede venir alguien sin previo aviso,
y morir con un infortunado,
pero certero, golpe de cocos en la cabeza.

Lo mejor es que corte la palmera,
y arranque los cocos de un paraguazo!
aunque duela!...

Y planto otro árbol…
que no me traiga este tipo de problemas.

¿Quién dijo que la naturaleza era sabia?...

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡¡¿¿Pero qué es esto?!! dice de vez en cuando el autor, y yo lo secundo esta vez. ¿Un poema de cocos, o una queja velada dirigida a los autores inocentes de "tamaña" aberración...? Sí, sin duda que expresa odio a sus padres, diría meditabundo el señor vienés.

Una segunda acepción (o segunda opinión, si se prefiere) podría traducir esto al simbolismo "en chileno" de autocalificarse de El Rey de los Huevones...

En fin, tal vez, maestro, cualquiera sea la situación, lo mejor es que deje las cosas como están... por algo será como es... por último si se está autoinsultando de huevón superlativo, le queda la alternativa de enmendar la conducta, que al menos a los humanos a veces les resulta.

Un abrazo

Tito